Iba por la
calle andando, y en cada paso dejaba la acera impregnada de inocencia. Se podía
leer en su mirada, sus ojos te lo contaban. Desde ese color tan similar al
caramelo derretido, ellos te susurraban “jamás sería capaz de hacerte daño”. No
se fijaban en nada, huían de las otras miradas, saltando de sitio en sitio sin
fijarse en nada. Dos manchas de color se extendían por sus mejillas, dando a
entender que algo la perturbaba por dentro. “Hay demasiada gente a mi alrededor”
se decía a sí misma. Y es que no le gustaba estar rodeada de gente, la hacía
sentir más vulnerable que de costumbre. Con su cuerpecito enclenque y sus
inocentes ojos de cervatillo su caminar te recordaba al lento caer de una hoja
en octubre, a la honda que hace una piedra al caer a un lago, a un suspiro de
madrugada.
Estaba tan
llena de inocencia que parecía tenerlo escrito en la frente. Y eso, por
desgracia la hacia todavía más vulnerable. Todo el mundo podía verlo, yo lo vi.
Y esa fue
su perdición.
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KEEP CALM AND...
IT’S ALMOST SUMMER!
:D
MARTT
XXXX