Hace mucho que perdí la noción del tiempo. Hace mucho que deje de mirar los grados de mi botella. Hace mucho también que los rayos de la bola de discoteca ya no hacen daño a mis ojos.
Y no sabría decirte a que hora llegué, ni si es de día todavía. Quizás ya sea mañana. Tampoco sabría decirte quien es el tipo que se contonea junto a mi, quiere que le haga caso, creo que no debí haberlo besado antes.
No recuerdo su nombre, y el sabor de su beso, menos. No fue el primero, ni será el último de esta noche.
¿Quien organizo esta fiesta? me pregunto a menudo, y sigo sin encontrar la respuesta. Ya he perdido el miedo a caerme desde mis tacones. ¿Son 10 o 15 centímetros? Más importante ¿llevo zapatos? No estoy demasiado segura, solo sé que me siento poderosa.
Magnifica.
Exquisita.
Y aunque sé que en cualquier momento tropezaré y caere al suelo, en una pirueta poco digna no hago nada por evitarlo. Tampoco es la primera vez que me pasa. Pero, ¿que puedo hacer?
Nada, me digo. No puedes hacer nada, solo aprovecha el momento.
Carpe diem.
Mart.